Orden del Laberinto - Minotauros

Son descendientes de Tesevros el Sabio, Heraldo de Ghaomir, el primer Minoc que abandonó el camino del caos.

Tras la conquista de Aera por Tialevor, el clan de Tesevros huyó a Rotvar y se estableció en la aldea portuaria de Anphitria con la sagrada tarea de recopilar y proteger tablillas talladas y pergaminos antiguos que contienen las enseñanzas del Dios Dragón.

Al construir su templo, asumieron la defensa de la aldea gracias a su fuerza física y sabiduría. Hoy en día, Anphitria es conocida como una de las rutas comerciales más importantes de Rotvar, una ciudad-estado magnífica y llena de cultura, gobernada por un senado compuesto por los grandes maestros de todas las órdenes que han contribuido al desarrollo de la ciudad.

Actualmente, los Minocs son conocidos como la Orden del Laberinto en honor a su templo, un gigantesco laberinto construido con el tiempo. Los jóvenes Minocs que desean unirse a la orden deben cortar su cola como un acto de renuncia a su naturaleza salvaje. Heridos y desarmados, deben completar el peregrinaje dentro del laberinto, encontrando la Sagrada Tabla del Conocimiento Divino y siendo juzgados por el Toro Divino Knossus en su sala secreta.

Solo unos pocos sobreviven al proceso, convirtiéndose en guerreros sabios, fuertes e imparables, temidos por las fuerzas del caos y la tiranía.

Platorus es el gran maestro de la Orden del Laberinto, narrador y filósofo. Como sus predecesores, posee el Bastón del Tiempo, un poderoso artefacto heredado de Tesevros el Sabio que permite al gran maestro mover las paredes del laberinto a voluntad, frustrando cualquier intento de robar o destruir los pergaminos y tablillas del Conocimiento Divino. Platorus, como guardián del conocimiento antiguo, guía sabiamente a sus compañeros mientras esperan que su destino se cumpla. Cuando los Heraldos Divinos regresen a caminar entre los mortales, la Orden del Laberinto compartirá el conocimiento ancestral y luchará contra las hordas del Dios Tirano Tialevor.

La fama de Anphitria se debe en gran medida a los Grandes Juegos, competencias anuales que atraen a campeones y visitantes de todo Rotvar. La disciplina más popular es El Ascenso del Campeón, celebrada en la Gran Arena del Coliseo. El vencedor obtiene gloria, fama y riquezas. Tavros ha sido el campeón indiscutible durante siete años. Reverenciado como un semidiós, su presencia basta para disuadir amenazas internas y externas. Como miembro de la Orden del Laberinto, su tarea sagrada es encontrar entre sus oponentes a un campeón digno del Espíritu Divino, aunque hasta ahora su búsqueda ha sido en vano.

Creado por el dios Ghomir con el núcleo moribundo de una estrella y el fuego sagrado de su aliento, Knossus celebró el advenimiento de Tesevros el Sabio como heraldo. Tras la muerte de Tesevros a manos del Dios del Caos Doom, Ghomir ordenó a Knossus proteger a los Minocs refugiados en Rotvar. Desde entonces, Knossus es el guardián sagrado de la sala del tesoro, que alberga los tomos y pergaminos más venerados de la Orden.

Durante su peregrinaje en el Laberinto, tras ser juzgada por el Toro Sagrado Knossus, Taura despertó el poder de la clarividencia, uno de los dones del heraldo Tesevros. Esto llevó a la Orden a pensar que podría ascender como heraldo, pero ella declaró que su destino era convertirse en oráculo, la única capaz de comunicarse con el Toro Sagrado.

El Coliseo de Anphitria y el Laberinto albergan docenas de estas robustas columnas. En la arena, las ruinas de columnas son usadas por los gladiadores como escudo contra flechas y proyectiles.

Los caballos Minoc, híbridos de diversas razas, son enormes y poseen pulmones más grandes que los caballos normales, permitiéndoles recorrer largas distancias. Los carruajes, entrenados por estos caballos, son armas temibles en batalla. Muchas hordas han caído bajo la carga de los carruajes de guerra Minoc. No incluye a los conductores del carruaje.